Se remonta al siglo XIX, entre los años 1835 y 1890. El lugar, el dominio de Sir Marjoribanks. Documentos, registros de la cría y selección llevados a cabo para la creación de una raza “cobradora”. Nada aparece en ellos referente a unos perros de circo, como se cree en la leyenda. Solo Retrievers de Capa Lisa que produjeron un ejemplar amarillo acoplado luego a un Tweed Water Spaniel color fuego de donde salió un Retriever bastante pequeño.
Sangre nueva: Setter rojo, Bloodhound color arena. Se habla incluso de Retrievers negros. Pero ya tenemos a un perro puramente cazador, impulsivo, de buen andar, agudo sentido del olfato, excelente rastreador, boca suave, magnifico estilo para cobrar, sin titubeos a la hora de zambullirse en el agua por desapacible que esta este y obediente, siempre al pie del cazador esperando la orden oportuna. Es el Retriever Dorado.
Desde 1913 se registraban conjuntamente el Retriever Dorado o Amarillo, el de Capa Lisa y el de Capa Rizada, y tenemos que llegar al 1920 para ver reconocido al primero con un registro separado. En la década siguiente contemplamos un aumento notable de su popularidad, ganada a pulso por su magnífico aspecto y su sagacidad. Hoy se cuentan por muchos millares los ejemplares que se registran anualmente en todos los Kennels Club.
Y es que el Retriever Dorado no es solamente un buen “cobrador”. Da lástima ordenarle que se lance al agua con su maravilloso pelaje o exponerlo a los peligros de la maleza. En consecuencia, el público lo eleva de categoría y lo convierte en perro doméstico, de lujo o compañía. Es leal, inteligente y amable, su tamaño y su fuerza se imponen, y su papel de guardián queda establecido. Pero no se acaba aquí su utilidad. No es tímido ni agresivo, sino obediente y fácil de enseñar. Y realiza el papel más humanitario de su vida: se transforma en perro lazarillo. ¿Puede pedirse algo más al Retriever Dorado?